“Cambia el rumbo”
Ermitaño y Mercader siguieron una voz reverberando en un viaje de descubrimiento. Ermitaño dejó su hogar hacia la civilización; Mercader llevó lo básico a las montañas. Cruzaron caminos diferentes. Mermitaño tomó la cabaña abandonada; Ercader hizo renombre comerciando en la ciudad. La voz, habiendo regresado, los llevó a un sendero más donde vieron al otro en un charco sin distinguirse.
"Change your course"
Hermit and Merchant followed a voice reverberating on a journey of discovery. Hermit left home towards civilization; Merchant brought the essentials to the mountains. They crossed different paths. Mermit took the abandoned cabin; Herchant became ronowned trading in the city. The voice, back, led them down another route where they saw each other in a puddle without telling themselves apart.
Gastón R. Fernández G.
Someto a la aprobación de la sociedad virtual internauta esta técnica con una historia de 200 palabras que he llamado provisionalmente:
Cálido carmesí manantío oscureciéndose coagulante con el viento en las nasales comisuras respiradoras de su díscolo dueño que avizora el cielo recostado en un incómodo y grande parche de duro pastizal donde azarosos nutrientes del valle se delegaron hasta hacer que casi doble la altura media de sus hermanas vegetales en el campo escarchado en que la lluvia ligera que llena al apreciado pozo profundo y se une al fluvial de veranos perecederos en arroyada intersecular da paso a copos de nieve que se posan en formas diferentes por la abrumadora suerte de no acercarse al chimenezco humo de pino combustible para fundirse en gotas pasajeras precipitadas hacia los techos fusteros de hogares modestos y amplios salones petropilastrados de entabladas superficies deslizándose hasta el suelo decadente de las calles entre el asentamiento abrazado por cordilleras boscosas repletas de espíritus de difícil apaciguamiento y bestias malhumoradas que ahuyentan a los más temerarios de sus despreciados cohabitantes humanos conflictivos infectados de vileza ejercitada en actos como aquel ambicioso reto enemistado contra el rey entre un círculo de gente hasta llegar al momento en que la vena perforada en cartílago roto por un nudillo extraño y un hueso propio cierra dejando de liberarlo.
Anglo-Saxon Riddles of the Exeter Book. This riddle appears on folios 125r-125v of The Exeter Book.
Incertidumbre ha habido a su alrededor durante gran parte de nuestro andar, aunque es ejemplo de estabilidad incuestionable. Se distingue su belleza entre sospecha y preocupación que surge sutilmente lúcida a sus múltiples visiones hasta encontrarnos viendo la sabiduría delirante de la naturaleza en ella. Huele el día y busca hibernar en su mente; su pálido resplandor solo se aprecia con magnitud adecuada en la negrura. Sabia y contradictoria ave de pedernal, el reflejo del día le deja salir ante los sentidos. Su finura discreta radica en aprovechar con destreza algo sin tacto ni cautela. Por eso le recuerdo, por su equilibrio en la moderación aguda, no por la firmeza que se advierte con facilidad. La vieja dama de cristal que excita al hombre clandestino entra en las mentes acrecentando la imaginación. Marca su huella en los solitarios emocionados y en los que le miran con pereza, dando confianza o tranquilizando con su propia quietud.
Un susurro de las sombras pide los secretos. Parece de ambos: nos y aquél destello de granito. Pero ese espectro diamantino ya conoce los silencios escondidos con el día y la noche que dormitan con el mundo en el lodo y lo despabilan sin desesperación; es el espejo opaco que los mira sin dueño. Tira de cuerdas que le mantienen como una medida del tiempo que hipnotiza en su mutable beldad. Aprovecha lo que conoce como la lluvia o el fango, tragando el viento en cortas bocanadas intrusas e intentando hacerlo con momentos sin ser descubierta. Nos hace recordarnos, repletos de bondades y maldades que crecen, decrecen, vienen y van; como ella, moviendo con su robustez las abundantes faldas acuosas de la gran madre de hijos sinnúmero.
Gastón R. Fernández G.
"No habría hecho esta (carta) tan larga, pero no he tenido el tiempo de hacerla más corta."
("Je n'ai fait celle-ci plus longue que parce que je n'ai pas eu le loisir de la faire plus courte").
Blaise Pascal.
Cartas Provinciales: Carta XVI, 1657.
La estatua, hecha por Augustin Pajou en 1785, se encuentra en el museo del Louvre.
“Dijeron que solamente iban a hablar, que no lo lastimarían”, lloraba la chica del mensaje.
“Me vendiste”…
Ya sin fuerza, dejé caer el martillo ensangrentado. No debí confiar en tener todo bajo control. La noche anterior, salí de juerga a trabajar un poco; se vende muy bien en los antros y si tienes cuidado, trabajo y placer se pueden juntar sin problemas. Esperaba a una muchacha que me había comprado un poco cada semana desde hacía alrededor de tres meses; además de, ocasionalmente, terminar en mi casa. A la 1:00, me envió un mensaje con la información de una fiesta en busca de ampliar su horizonte recreativo. Prácticamente había vendido todo, pero la dirección estaba en zona de ricos y el dinero nunca está de más. Fui a mi apartamento a abastecerme, no sin antes alejar a algunos mendigos desequilibrados con pinta de normales que de vez en cuando se acercan. Hacia la 1:35, llegaba a la casa. Había mucha gente: algunos conocidos de situaciones similares, varios rostros de influencia, mucha pasta. Me recibieron expectantes encabezados por la hermosa joven dándome un fajo abultado de billetes. Le pasé varias bolsitas llenas para repartir. Después de un buen lapso en aquella reunión llena de deleites, me ofreció un poco por enésima vez, más sugerente. Debí rechazar; llevaba no más que unas cuantas cervezas y es mejor seguir siendo profesional pero, desde su boca, la relajación se volvía necesaria.
“¡Venga acá!”, respondí. Por un largo rato, psicoactivos se mezclaron con los sentidos hasta perderse en agasajes impulsados. Parpadeé y al abrir los ojos, la gente se iba. Los restantes me atacaron y sentaron a la mesa. Entendí lo fundamental entre lo que decían:
“Te nos escapaste por mucho tiempo… Desde ahora únicamente nosotros vendemos… Nos vas a decir quién te lo proporciona... El barrio manda… Te cargo la mierda…, etc.”. Reí y me golpearon con un arma mientras se disponían a quebrar mis dedos con un martillo.
“¡Está bien! Les digo. Ya basta. Les digo”…
“Me obligaron a hacerlo. Perdóname”.
“Sáquenla de aquí”, dijo el del martillo golpeándolo en la mesa. Gracias a su distracción, se lo arrebaté y, justo antes de romper su mano, le di con fuerza en la cabeza a quien me detenía por los hombros. Me descubrí disfrutando de la borrosa escena en que eliminaba cualquier cosa amenazante. Destellos de nitidez llegaron cuando salpicó mi rostro la sangre de una obra de arte que alguien no tan fuera de sí, probablemente, nada más podría ver como una pulpa de carne; hasta que un estruendo me trajo con dolor a la claridad completa. Mi agridulce perdición temblaba desde una esquina con el barril humeante de la pistola señalándome el estómago. Me acerqué unos pasos hacia ella y, con ojos desorbitados de miedo y frustración, disparó dos veces más. Cuando pronunció sus últimas palabras: “Sólo tenías que cooperar”; le lancé el martillo, lo desencajé de su bella frente, besé su cerebro y salí por la puerta principal.
El sol se asomaba iluminando el rocío en las hojas de pasto del pequeño jardín. Las aves no gorjeaban cerca, pero ante los insectos capataces que señalaban el inicio de jornada a los trabajadores que se despedían de sus diminutas pero numerosas familias; elefantes sonrosados y dragones extravagantes, al bailar en lugar de pelear, terminaron en canto alternante de rojo y azul.
“Qué bella mañana”, pensé al sentarme desangrándome en el pórtico.
Gastón R. Fernández G.
La comedia humorística es ilógica como emoción y como fuera del lenguaje o la razón, aunque puede estar unida a casi cualquier elemento: puede provenir de un chiste dicho o de una situación actuada, también puede ser que algo gracioso no pueda separarse de un conjunto de palabras o de una circunstancia específica o que sólo sea gracioso para un individuo; pero su sentido y referencia es, inherentemente, no lógico: para ir más lejos y ser más audaz, lo que causa risa en un chiste lógico es ilógico; una reacción, ya biológica, ya fabricada, ya aprendida, a la equivocación o error, a la ironía, a lo inverosímil o a algo favorable del ambiente. Es decir, lo que causa risa está en su propio mundo, pero usa lo demás para existir cuando le conviene o le es propicio.
Gastón Fernández III. Litterae, philosophia, ars, fabula et scientia. Instagram: @gastfern Twitter: @Gaston_III Cualquier imagen, video, o demás publicación, en parte o completa, que sea de su propiedad intelectual o de uso, o que crea que infringe alguna ley, y quiera que lo quite: por favor, hágamelo saber. Any image, video, or other publication, in part or complete, that is of your intelectual property or use, or that you believe to violate any law, and want me to remove it: please let me know.
24 posts